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miércoles, 31 de octubre de 2012

6 - ¿Pretendió Jesús poner en evidencia a las futuras autoridades religiosas?

En el caso de que el Evangelio de San Mateo dijera la verdad, y Jesús nació realmente de una relación extramarital entre María y el padre de José, parece obvio que el enigma en San Mateo debe ser la obra de Jesús. ¿Quién, sino su madre, tendría esa información tan confidencial sobre su verdadero padre? El hecho de que ese libro fue escrito después de la vida de Jesús, no significa en absoluto que Jesús no puede haber sido el autor de esas genealogías.


El enigma en el Evangelio de San Mateo es tan ingenioso –primero hizo pensar a las autoridades religiosas que Jesús había nacido de una virgen, para muchos siglos más tarde revelar que su padre era también el de José– que es lógico suponer que sea la obra de un iluminado, y por lo tanto, que su autor fue Jesús.

Además, como las genealogías de San Mateo y San Lucas se parecen a las del Génesis para Set y Caín, la primera siendo verdadera y la segunda supuesta, podemos suponer que el autor de estas genealogías en el Nuevo Testamento descubrió los secretos en las genealogías del Antiguo Testamento. ¿Y de quién podemos esperar tal hazaña, sino de Jesús?

Tenemos así tres buenas razones para suponer que Jesús fue el autor del enigma en el Evangelio de San Mateo. Esto es algo que tener en cuenta cuando reflexionamos sobre las consecuencias de la revelación de este enigma. ¿Cuáles son? Una, es que invita a reflexionar sobre las razones que nuestros antepasados paganos tuvieron para convertirse al cristianismo. Es de suponer que muchos no entendieron el mensaje de Jesús, pero se dejaron impresionar por todo el ‘abracadabra’ con el que se asociaba al fundador de esta nueva religión. Para ellos, Jesús era un dios y lo que esperaban de un dios era que tuviera un nacimiento y una muerte sobrenatural; que en su persona se cumplieran ciertas profecías; y que realizara una variedad de milagros, etc. Hoy, tantos siglos después, vemos que muchos cristianos aún siguen interesándose más por los milagros que hizo Jesús y por las profecías que se cumplieron en él, que por sus ideas: la empatía con los pobres, la no-violencia, el aprovechar los talentos recibidos, el no juzgar para no ser juzgado con la misma medida, el no portarse como hipócritas, etc. La revelación de este enigma les anima a cuestionar por fin a estos milagros. Porque si su concepción virginal fue una mentira, ¿cómo pueden aún estar seguros de los otros milagros con los que asocian a Jesús?

Otra consecuencia es que demuestra que Jesús era un iluminado. Crear un enigma que primero hizo pensar a la gente que él había nacido de una virgen, para tanto tiempo más tarde revelar que no era así, es tan sumamente ingenioso que solo puede ser la obra de un iluminado.

Y aún otra consecuencia de la revelación de este enigma, y quizás la más importante, es que pone hoy en evidencia tanto a las autoridades de las tres religiones monoteístas como a las autoridades de los no creyentes que estudiaron esta obra. Pone en evidencia a las autoridades cristianas porque demuestra que hace muchos siglos, basándose en una mala interpretación del primer capítulo del primer libro del Nuevo Testamento, crearon un dogma que las generaciones siguientes aceptaron sin demasiado oposición; a las judías porque demuestra que Jesús había descubierto unos secretos en el Génesis que ellos aún hoy siguen ignorando; a las musulmanes, que también consideran que Jesús nació de una virgen (para ellos es un profeta, no el hijo de Dios), porque adoptaron una idea del cristianismo sin verificar su orígen; y a las autoridades de los no creyentes porque aunque presumen de estudiar la Biblia de una manera racional, no descubrieron el secreto del enigma en el Evangelio de San Mateo. Todos se dejaron engañar por lo que estos textos parecen decir, cuando realmente dicen otra cosa.

La revelación de este enigma nos enseña que Jesucristo no se fió ni de las autoridades judías ni de las autoridades cristianas y que ideó ese enigma expresamente para poner en evidencia, en algún momento del futuro, a las autoridades. ¿Pero por qué? Como Jesús, el fundador del cristianismo, era un iluminado, tiene que haber reflexionado mucho sobre las religiones y haberse dado cuenta tanto de lo bueno como de lo malo que conllevan.  Y al haberse reflexionado también sobre el orígen y la evolución de esas religiones tiene que haberse dado cuenta de que las religiones fundadas por un iluminado sufren mucho después de su muerte, porque sus discípulos, y los discípulos de estos discípulos, no están a la misma altura, y porque todas las profesiones que consiguen la admiración de la gente suelen atraer a gente que está interesada en el poder.

Lo bueno de las religiones es que animan a la gente a portarse bien y que ofrecen a los individuos la posibilidad de formar parte de una comunidad; lo malo es que a veces animan a la gente a portarse mal con la gente que no se porten bien –y que no ven en este comportamiento ninguna contradicción– y también que al unir gente en un grupo, les separan de otros grupos y, a veces, incluso les enfrentan a ellos.

Referente a los fieles de las diferentes religiones, es importante darse cuenta de que la mayoría no lo son por libre elección, sino porque nacieron dentro de una comunidad que profesa una determinada religión. Si estos fieles hubieron nacido en otra comunidad, profesarían otra religión. Esto significa que estas autoridades, que ahora defienden las tesis de una determinada religión, mientras critican a las demás, en el caso de haber nacido en otra comunidad, defenderían unas tesis que ahora critican.

Antes hemos señalado que los creyentes, en vez de tener fe en los dogmas de su religión, tienen fe en las autoridades religiosas que los defienden. Ahora tenemos que remarcar que formar parte de una comunidad es para muchos fieles muy importante. La necesidad de formar parte de una comunidad es a menudo tan fuerte que no se atreven a cuestionar lo que esto conlleva, y que por miedo de ser expulsados no se atreven a cuestionar o criticar las ideas y el comportamiento del grupo al que pertenecen.

Las diferentes religiones y filosofías dividen a la gente. El filósofo y teólogo suizo Hans Küng señala en su libro ‘Islam: Pasado, Presente y Futuro’: “No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones. No habrá diálogo entre las religiones si no se investiga los fundamentos de las religiones.” Como esto es una verdad como una casa, podemos estar seguros de que Jesús, un iluminado que la gente consideraba el Mesías –la persona que ayuda a la humanidad a recuperar la armonía– ya se había dado cuenta de ello hace 20 siglos. Al poner en evidencia a las autoridades religiosas obliga a los fieles a investigar los fundamentos de sus religiones y así tiende puentes entre los fieles de las diferentes religiones y filosofías.

En cierto momento, Jesús dijo: “La verdad os hará libres”. Cuando reflexionamos sobre nuestra relación con las ‘autoridades’, vemos que al poner fe en ellas menospreciamos nuestra propia razón y nos covertimos en sus esclavos. Hoy, al revelar sus secretos, el enigma que Jesús ideó nos hace libres. Y no solo hace libres a los fieles, sino también a todas las autoridades religiosas que trabajan para un mundo mejor, y para quienes los dogmas solo significan una carga que hace más difícil el contacto con toda esa gente que tiene otras religiones o filosofías.

Con la revelación del enigma en el Evangelio de San Mateo ha llegado el momento para estudiar las religiones de una manera racional y darnos cuenta tanto de las cosas buenas como de las cosas malas de las diferentes religiones y filosofías.

Los escépticos pueden opinar que las religiones son cosas del pasado y que la gente racional no las necesita. No tienen razón, en primer lugar porque ellos no son seres racionales –si lo fueron, al estudiar la Biblia hubieron descubierto sus secretos; si lo fueron, al reflexionar sobre la evolución humana se hubieron dado cuenta de que una sociedad que no vive en armonía, como la nuestra, está predestinada a autodestruirse–, y en segundo lugar porque sin las religiones hubieramos perdido los libros sagrados, algo que hubiera sido nefasto, porque la Biblia ofrece un ideal para el que luchar –un mundo mejor–, y sin ese ideal hubiera sido fácil convertirse en prisioneros del presente. Esto es lo que ha ocurrido ahora. Si hoy el mundo se enfrente otra vez a una crisis de nivel mundial, es porque nos hemos concentrado tanto en el presente, que no aprendímos de los errores del pasado.

Conviene también que los no creyentes se den cuenta de que su ‘fe’ en la ciencia se parece mucho en la ‘fe’ que los creyentes tengan en la religión. Por supuesto que no hay nada malo con la ciencia en sí, pero sí cómo la evaluamos. No tiene sentido pensar que en el futuro la ciencia nos va a solucionar todos los problemas, cuando hasta ahora ha servido básicamente para que cada vez más un porcentaje más alto de los recursos queden en las manos de un grupo más reducido de la población mundial. Además, el mal uso que hacemos de la ciencia ha hecho que nuestras armas se hicieran continuamente más sofisticadas hasta llegar a tal punto que hoy pueden causar la autodestrucción de toda la humanidad. 

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