Aceptar que San
Mateo insinúa que Jesús nació de una relación incestuosa entre María y su
suegro –el incesto se refiere a la relación sexual entre personas a los cuales
no se les está permitido casarse– no es fácil.
Aquellos cristianos que no se pueden imaginar el cristianismo sin el
dogma de la concepción virginal de Jesús pueden suponer que este evangelista
fue un herético que consiguió que su evangelio fuese aceptado como uno de los
cuatro oficiales. Podrían entonces sugerir el deshacerse del Evangelio de San
Mateo. Pero el problema es que, sin este evangelio, tampoco hay razones para
suponer que Jesús nació de una virgen ya que ninguno de los otros evangelistas menciona
nada al respecto.
El Evangelio de San
Mateo dice, justamente después de ofrecer la genealogía de Jesús:
“La generación de
Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y,
antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del
Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en
evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el
Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no
temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados.” Todo esto sucedió para que se cumpliese el
oráculo del Señor por medio del profeta: “Ved que la virgen concebirá y dará a
luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”, que traducido significa: “Dios
con nosotros.” Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había
mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dió a luz un
hijo, y le puso por nombre Jesús.” (Mt1:18-24)
Como los demás
libros no se refieren a la concepción virginal de Jesús, está claro que fue
este texto, hace muchos siglos, el que hizo
pensar a las autoridades religiosas que Jesús nació de una virgen: no solo dice
de María que se encontró encinta por obra del Espíritu Santo, sino también que
se refiere a una profecía sobre una virgen. Una manera para demostrar que Jesús
era el Mesías era aportar pruebas de que en él se habían cumplido varias
profecías del Antiguo Testamento. San Mateo se refiere aquí a un texto del
libro de Isaías:
“He aquí que
una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel. Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo
bueno” (Is7:14-15).
Isaías no se refiere
a una virgen, si no a una doncella. Sin embargo, debemos enseguida señalar que
en muchas biblias sí encontramos que Isaías se refiere a una virgen. Pero esto
se debe a una falsificación. Cuando las autoridades religiosas encontraron que
este profeta no se refería a una doncella se llevaron una gran decepción. Como
se habían convencido de que Jesús nació de una virgen y que este milagro
demostraba que era el Mesías, enseguida supusieron que debía tratarse del error
de un copista o de una falsificación hecha por unos judíos que no querían
aceptar a Jesucristo como el Mesías. Por esta razón, cuando luego hicieron
copias nuevas del libro de Isaías, cambiaron ‘doncella’ por ‘virgen’ para hacer
coincidir el libro de Isaías con el Evangelio de San Mateo.
¿Cómo podemos estar
seguros de que originalmente Isaías decía ‘doncella’ y no ‘virgen’ si no
tenemos los textos originales? Cuando hay diferentes versiones la que mejor
explica las demás suele representar la idea original. Además, en la Biblia
judía encontramos ‘doncella’ y no ‘virgen’.
El cristianismo
asocia la idea del nacimiento virginal de Jesús con la de ser libre de todo
pecado, y, por tanto, con una vida que desde el principio fue ejemplar. Pero
esto no cuadra en absoluto con lo que dice Isaías después sobre Emmanuel: “Cuajada
y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno.” Y tampoco encaja
con lo que nos enseña la parábola de la mujer adúltera. El hecho de que diga: “Aquél
de vosotros que esté sin pecado que tire la primera piedra” y que Jesús no la
tire, demuestra que igualmente se consideraba un pecador (Jn8:1-8). Como el
hecho de que fuese bautizado por Juan el Bautista, ya que éste bautizaba tras
una confesión. (Mc1:4-9).
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