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miércoles, 17 de octubre de 2012

4 - Una profecía sobre una virgen que dará a luz a un hijo


Aceptar que San Mateo insinúa que Jesús nació de una relación incestuosa entre María y su suegro –el incesto se refiere a la relación sexual entre personas a los cuales no se les está permitido casarse– no es fácil.  Aquellos cristianos que no se pueden imaginar el cristianismo sin el dogma de la concepción virginal de Jesús pueden suponer que este evangelista fue un herético que consiguió que su evangelio fuese aceptado como uno de los cuatro oficiales. Podrían entonces sugerir el deshacerse del Evangelio de San Mateo. Pero el problema es que, sin este evangelio, tampoco hay razones para suponer que Jesús nació de una virgen ya que ninguno de los otros evangelistas menciona nada al respecto.

El Evangelio de San Mateo dice, justamente después de ofrecer la genealogía de Jesús:

“La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: “Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros.” Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dió a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.” (Mt1:18-24)
                                                                   
Como los demás libros no se refieren a la concepción virginal de Jesús, está claro que fue este texto,  hace muchos siglos, el que hizo pensar a las autoridades religiosas que Jesús nació de una virgen: no solo dice de María que se encontró encinta por obra del Espíritu Santo, sino también que se refiere a una profecía sobre una virgen. Una manera para demostrar que Jesús era el Mesías era aportar pruebas de que en él se habían cumplido varias profecías del Antiguo Testamento. San Mateo se refiere aquí a un texto del libro de Isaías:

“He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno” (Is7:14-15).
                                                             
Isaías no se refiere a una virgen, si no a una doncella. Sin embargo, debemos enseguida señalar que en muchas biblias sí encontramos que Isaías se refiere a una virgen. Pero esto se debe a una falsificación. Cuando las autoridades religiosas encontraron que este profeta no se refería a una doncella se llevaron una gran decepción. Como se habían convencido de que Jesús nació de una virgen y que este milagro demostraba que era el Mesías, enseguida supusieron que debía tratarse del error de un copista o de una falsificación hecha por unos judíos que no querían aceptar a Jesucristo como el Mesías. Por esta razón, cuando luego hicieron copias nuevas del libro de Isaías, cambiaron ‘doncella’ por ‘virgen’ para hacer coincidir el libro de Isaías con el Evangelio de San Mateo.
¿Cómo podemos estar seguros de que originalmente Isaías decía ‘doncella’ y no ‘virgen’ si no tenemos los textos originales? Cuando hay diferentes versiones la que mejor explica las demás suele representar la idea original. Además, en la Biblia judía encontramos ‘doncella’ y no ‘virgen’.
El cristianismo asocia la idea del nacimiento virginal de Jesús con la de ser libre de todo pecado, y, por tanto, con una vida que desde el principio fue ejemplar. Pero esto no cuadra en absoluto con lo que dice Isaías después sobre Emmanuel: “Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno.” Y tampoco encaja con lo que nos enseña la parábola de la mujer adúltera. El hecho de que diga: “Aquél de vosotros que esté sin pecado que tire la primera piedra” y que Jesús no la tire, demuestra que igualmente se consideraba un pecador (Jn8:1-8). Como el hecho de que fuese bautizado por Juan el Bautista, ya que éste bautizaba tras una confesión. (Mc1:4-9).

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