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miércoles, 26 de septiembre de 2012

1 - Una reacción racional al dogma de la concepción virginal

Los cristianos (2.200 millones) y los musulmanes (1.600.000) consideran que Jesús nació de una virgen. Los escépticos rechazan esta idea porque contradice la ciencia, y, por esta razón, consideran que los cristianos y los musulmanes, que juntos forman casi la mitad de la población mundial, son unos ignorantes. Zanjar la cuestión de la concepción virginal de Jesús de esta forma hace sentirse bien a los escépticos, porque les permite creerse superiores. Sin embargo, deberían preguntarse si es una buena idea dejar que tanta gente continúe creyendo en algo que se supone una falsedad y también si considerar que los creyentes son unos ignorantes no supone crear una enemistad entre ambos, algo que con el tiempo puede crear problemas tanto a unos como a otros.

¿Cómo pueden los creyentes aceptar una idea que la ciencia ha demostrado que es falsa? Los creyentes responden: “Es una cuestión de fe”. Esta respuesta, que es básicamente lo mismo que decir ‘lo creemos porque lo creemos’, no admite réplica, pero no explica nada y se parece mucho a la respuesta ‘las cosas son así porque son así’ que los adultos suelen dar a sus hijos pequeños cuando, hartos de sus continuas preguntas, no encuentran las respuestas adecuadas.

Los creyentes dicen tener fe, pero no es en el dogma de la concepción virginal de Jesús u otras ideas parecidas en las que tienen fe, sino en las autoridades religiosas que defienden esas ideas. Por lo tanto, cuando intentamos convencer a los creyentes de que ciertas ideas de su religión van contra la ciencia no debemos dirigirnos a ellos, sino a esas autoridades religiosas. El problema es que al hablar sobre la concepción virginal de Jesús estas personas también suelen responder: “Es una cuestión de fe”. Esto significa que lo único que podemos hacer para que los creyentes cambien de opinión sobre el dogma de la concepción virginal de Jesús es investigar su origen.

Un estudio del cristianismo primitivo nos enseña que los primeros cristianos no creían en esta idea. ¿De dónde viene entonces? ¿Qué hizo pensar a las autoridades religiosas, tantos decenios después de la muerte de Jesús, que había nacido de una virgen?

Cuando consultamos el Nuevo Testamento vemos que de Jesús nunca se dijo que nació de una virgen y que sólo dos de los cuatro evangelios mencionan algo misterioso en relación a su nacimiento.  Si Jesús nació realmente de un milagro, ¿por qué no lo mencionan los otros dos? ¿Y por qué tampoco lo hace San Pablo, que escribió 13 de los 27 libros que forman parte del Nuevo Testamento? Al buscar respuestas a estas preguntas nos daremos cuenta de que lo lógico es suponer que el dogma de la concepción virginal de Jesús tiene que ver con esos dos evangelios que sí que relacionan el nacimiento de Jesús con un  misterio. Esos evangelios son también los únicos que ofrecen genealogías para Jesús. Como estas listas no coinciden ni en todos los nombres ni en la cantidad de generaciones, añaden aún más misterio al nacimiento de Jesús.

Tanto misterio puede sorprender a todos aquellos que consideran que un libro sagrado dice toda la verdad, pero no a los que saben que originalmente llamar un libro ‘sagrado’ significaba reconocer que contenía secretos. La existencia de estos misterios en la Biblia, solo confirma que efectivamente es un libro sagrado.