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Conviene leer estos artículos en orden cronológico.

miércoles, 31 de octubre de 2012

6 - ¿Pretendió Jesús poner en evidencia a las futuras autoridades religiosas?

En el caso de que el Evangelio de San Mateo dijera la verdad, y Jesús nació realmente de una relación extramarital entre María y el padre de José, parece obvio que el enigma en San Mateo debe ser la obra de Jesús. ¿Quién, sino su madre, tendría esa información tan confidencial sobre su verdadero padre? El hecho de que ese libro fue escrito después de la vida de Jesús, no significa en absoluto que Jesús no puede haber sido el autor de esas genealogías.


El enigma en el Evangelio de San Mateo es tan ingenioso –primero hizo pensar a las autoridades religiosas que Jesús había nacido de una virgen, para muchos siglos más tarde revelar que su padre era también el de José– que es lógico suponer que sea la obra de un iluminado, y por lo tanto, que su autor fue Jesús.

Además, como las genealogías de San Mateo y San Lucas se parecen a las del Génesis para Set y Caín, la primera siendo verdadera y la segunda supuesta, podemos suponer que el autor de estas genealogías en el Nuevo Testamento descubrió los secretos en las genealogías del Antiguo Testamento. ¿Y de quién podemos esperar tal hazaña, sino de Jesús?

Tenemos así tres buenas razones para suponer que Jesús fue el autor del enigma en el Evangelio de San Mateo. Esto es algo que tener en cuenta cuando reflexionamos sobre las consecuencias de la revelación de este enigma. ¿Cuáles son? Una, es que invita a reflexionar sobre las razones que nuestros antepasados paganos tuvieron para convertirse al cristianismo. Es de suponer que muchos no entendieron el mensaje de Jesús, pero se dejaron impresionar por todo el ‘abracadabra’ con el que se asociaba al fundador de esta nueva religión. Para ellos, Jesús era un dios y lo que esperaban de un dios era que tuviera un nacimiento y una muerte sobrenatural; que en su persona se cumplieran ciertas profecías; y que realizara una variedad de milagros, etc. Hoy, tantos siglos después, vemos que muchos cristianos aún siguen interesándose más por los milagros que hizo Jesús y por las profecías que se cumplieron en él, que por sus ideas: la empatía con los pobres, la no-violencia, el aprovechar los talentos recibidos, el no juzgar para no ser juzgado con la misma medida, el no portarse como hipócritas, etc. La revelación de este enigma les anima a cuestionar por fin a estos milagros. Porque si su concepción virginal fue una mentira, ¿cómo pueden aún estar seguros de los otros milagros con los que asocian a Jesús?

Otra consecuencia es que demuestra que Jesús era un iluminado. Crear un enigma que primero hizo pensar a la gente que él había nacido de una virgen, para tanto tiempo más tarde revelar que no era así, es tan sumamente ingenioso que solo puede ser la obra de un iluminado.

Y aún otra consecuencia de la revelación de este enigma, y quizás la más importante, es que pone hoy en evidencia tanto a las autoridades de las tres religiones monoteístas como a las autoridades de los no creyentes que estudiaron esta obra. Pone en evidencia a las autoridades cristianas porque demuestra que hace muchos siglos, basándose en una mala interpretación del primer capítulo del primer libro del Nuevo Testamento, crearon un dogma que las generaciones siguientes aceptaron sin demasiado oposición; a las judías porque demuestra que Jesús había descubierto unos secretos en el Génesis que ellos aún hoy siguen ignorando; a las musulmanes, que también consideran que Jesús nació de una virgen (para ellos es un profeta, no el hijo de Dios), porque adoptaron una idea del cristianismo sin verificar su orígen; y a las autoridades de los no creyentes porque aunque presumen de estudiar la Biblia de una manera racional, no descubrieron el secreto del enigma en el Evangelio de San Mateo. Todos se dejaron engañar por lo que estos textos parecen decir, cuando realmente dicen otra cosa.

La revelación de este enigma nos enseña que Jesucristo no se fió ni de las autoridades judías ni de las autoridades cristianas y que ideó ese enigma expresamente para poner en evidencia, en algún momento del futuro, a las autoridades. ¿Pero por qué? Como Jesús, el fundador del cristianismo, era un iluminado, tiene que haber reflexionado mucho sobre las religiones y haberse dado cuenta tanto de lo bueno como de lo malo que conllevan.  Y al haberse reflexionado también sobre el orígen y la evolución de esas religiones tiene que haberse dado cuenta de que las religiones fundadas por un iluminado sufren mucho después de su muerte, porque sus discípulos, y los discípulos de estos discípulos, no están a la misma altura, y porque todas las profesiones que consiguen la admiración de la gente suelen atraer a gente que está interesada en el poder.

Lo bueno de las religiones es que animan a la gente a portarse bien y que ofrecen a los individuos la posibilidad de formar parte de una comunidad; lo malo es que a veces animan a la gente a portarse mal con la gente que no se porten bien –y que no ven en este comportamiento ninguna contradicción– y también que al unir gente en un grupo, les separan de otros grupos y, a veces, incluso les enfrentan a ellos.

Referente a los fieles de las diferentes religiones, es importante darse cuenta de que la mayoría no lo son por libre elección, sino porque nacieron dentro de una comunidad que profesa una determinada religión. Si estos fieles hubieron nacido en otra comunidad, profesarían otra religión. Esto significa que estas autoridades, que ahora defienden las tesis de una determinada religión, mientras critican a las demás, en el caso de haber nacido en otra comunidad, defenderían unas tesis que ahora critican.

Antes hemos señalado que los creyentes, en vez de tener fe en los dogmas de su religión, tienen fe en las autoridades religiosas que los defienden. Ahora tenemos que remarcar que formar parte de una comunidad es para muchos fieles muy importante. La necesidad de formar parte de una comunidad es a menudo tan fuerte que no se atreven a cuestionar lo que esto conlleva, y que por miedo de ser expulsados no se atreven a cuestionar o criticar las ideas y el comportamiento del grupo al que pertenecen.

Las diferentes religiones y filosofías dividen a la gente. El filósofo y teólogo suizo Hans Küng señala en su libro ‘Islam: Pasado, Presente y Futuro’: “No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones. No habrá diálogo entre las religiones si no se investiga los fundamentos de las religiones.” Como esto es una verdad como una casa, podemos estar seguros de que Jesús, un iluminado que la gente consideraba el Mesías –la persona que ayuda a la humanidad a recuperar la armonía– ya se había dado cuenta de ello hace 20 siglos. Al poner en evidencia a las autoridades religiosas obliga a los fieles a investigar los fundamentos de sus religiones y así tiende puentes entre los fieles de las diferentes religiones y filosofías.

En cierto momento, Jesús dijo: “La verdad os hará libres”. Cuando reflexionamos sobre nuestra relación con las ‘autoridades’, vemos que al poner fe en ellas menospreciamos nuestra propia razón y nos covertimos en sus esclavos. Hoy, al revelar sus secretos, el enigma que Jesús ideó nos hace libres. Y no solo hace libres a los fieles, sino también a todas las autoridades religiosas que trabajan para un mundo mejor, y para quienes los dogmas solo significan una carga que hace más difícil el contacto con toda esa gente que tiene otras religiones o filosofías.

Con la revelación del enigma en el Evangelio de San Mateo ha llegado el momento para estudiar las religiones de una manera racional y darnos cuenta tanto de las cosas buenas como de las cosas malas de las diferentes religiones y filosofías.

Los escépticos pueden opinar que las religiones son cosas del pasado y que la gente racional no las necesita. No tienen razón, en primer lugar porque ellos no son seres racionales –si lo fueron, al estudiar la Biblia hubieron descubierto sus secretos; si lo fueron, al reflexionar sobre la evolución humana se hubieron dado cuenta de que una sociedad que no vive en armonía, como la nuestra, está predestinada a autodestruirse–, y en segundo lugar porque sin las religiones hubieramos perdido los libros sagrados, algo que hubiera sido nefasto, porque la Biblia ofrece un ideal para el que luchar –un mundo mejor–, y sin ese ideal hubiera sido fácil convertirse en prisioneros del presente. Esto es lo que ha ocurrido ahora. Si hoy el mundo se enfrente otra vez a una crisis de nivel mundial, es porque nos hemos concentrado tanto en el presente, que no aprendímos de los errores del pasado.

Conviene también que los no creyentes se den cuenta de que su ‘fe’ en la ciencia se parece mucho en la ‘fe’ que los creyentes tengan en la religión. Por supuesto que no hay nada malo con la ciencia en sí, pero sí cómo la evaluamos. No tiene sentido pensar que en el futuro la ciencia nos va a solucionar todos los problemas, cuando hasta ahora ha servido básicamente para que cada vez más un porcentaje más alto de los recursos queden en las manos de un grupo más reducido de la población mundial. Además, el mal uso que hacemos de la ciencia ha hecho que nuestras armas se hicieran continuamente más sofisticadas hasta llegar a tal punto que hoy pueden causar la autodestrucción de toda la humanidad. 

miércoles, 24 de octubre de 2012

5 - ¿Se equivocó San Mateo al traducir el libro de Isaías?

El Evangelio de San Mateo es tanto el libro que hoy revela que Jesús nació de una relación entre María y el padre de José (su suegro), como el que hace tantos siglos hizo pensar a las autoridades religiosas que Jesús había nacido de una virgen. Esto nos ayuda a entender el error que San Mateo cometió al traducir ‘doncella’ por ‘virgen’. Mientras que en el pasado, muchos estudiosos de la Biblia han supuesto que ese error se debe al hecho de que San Mateo sabía muy poco hebreo –en aquellos tiempos la mayoría de los judíos hablaban el arameo o el griego–, el haber revelado el enigma en su evangelio nos ayuda a comprender que él cometió ese error a propósito. ¿Por qué? Porque referirse a una profecía del Antiguo Testamento sobre una virgen, que aparentemente se cumplió en Jesús, le ayudó a esconder quién era el verdadero padre de Jesús.

San Mateo también tenía otro motivo para referirse a una virgen. Él hacía proselitismo para una nueva religión y en aquellos tiempos había muchos pueblos que estaban familiarizados con la idea de un Dios nacido de una virgen. Esto era el caso, por ejemplo, de los persas y los egipcios. Sugerir que Jesús nació de una virgen ayudó a toda esa gente a aceptar el cristianismo.

Es importante darnos cuenta de que San Mateo no dice en ningún momento que Jesús naciera de una virgen. Solo lo insinúa, y lo hace refiriéndose a un texto del Antiguo Testamento que permite a la gente comprobar que efectivamente es solo una insinuación.

La revelación del enigma en el Evangelio de San Mateo nos ayuda a entender que el Nuevo Testamento fue creado como un caballo de Troya para conquistar a los paganos.

Según la leyenda, cuando los griegos se dieron cuenta de que era muy difícil conquistar Troya por la fuerza, decidieron utilizar la astucia. Después de construir un caballo de madera inmenso, que estaba hueco por dentro y en donde se escondieron soldados, los griegos se retiraron. Al día siguiente, los troyanos dieron por hecho que los griegos habían abandonado su empresa al darse cuenta de las buenas defensas de la ciudad. Al llegar al campamento griego encontraron el caballo de madera encima de una plataforma con ruedas. Supusieron que se trataba de un tipo de ídolo y lo llevaron dentro de la ciudad como trofeo. Esa noche, después de que los troyanos hubieron festejado la victoria, los griegos salieron del caballo y abrieron las puertas de la ciudad a sus tropas.

Al igual que el Antiguo Testamento fue creado para iluminar al pueblo judío, el Nuevo Testamento –no utilizamos este término solo para referirnos a su versión escrita– lo fue para iluminar a los demás pueblos. De esta forma, la iluminación que alcanzó primero a un solo hombre –la persona que creó el misterio en el que se basa el Antiguo Testamento– pasó luego a un pueblo para llegar después a todo el mundo. Y para atraer a los paganos al Nuevo Testamento –el cristianismo–, los evangelios se basaron en un misterio con muchas referencias a ideas paganas. El estar familiarizado con esas ideas hizo que fuera relativamente fácil para los paganos aceptar esa nueva religión.

Como el misterio del Antiguo Testamento tiene que ver con la idea de que en el pasado la humanidad había vivido en armonía, para atraer a los paganos hacia el monoteísmo, Jesús basó el nuevo misterio, el del Nuevo Testamento, en la figura del Mesías, la persona que haría posible recuperar esa armonía. Mientras que para atraer a los judíos al cristianismo el Nuevo Testamento hace referencia al hecho de que en la figura de Jesucristo se cumplieron muchas profecías del Antiguo Testamento, para atraer a los paganos se mencionaron varios milagros.

El haber revelado el enigma en el Evangelio de San Mateo nos enseña también que la profecía a la  que se refiere no es la de un niño que nace de una virgen, sino la de un niño al que ponen por nombre Emmanuel. Muchos lectores de la Biblia han opinado que no tiene sentido referirse a una profecía de Isaías sobre un niño llamado Emmanuel para demostrar que ésta se ha cumplido en un niño llamado Jesús. Sin embargo, pensar enseguida que San Mateo se contradice a sí mismo, tampoco tiene sentido. Además, demuestra tener poco humildad. Como no podemos esperar de San Mateo que tire piedras contra su propio tejado, lo lógico es suponer que esos nombres tienen algo en común.

No debemos ignorar el valor dado en el judaísmo a los nombres. San Mateo dice que traducido Emmanuel significa: ‘Dios con nosotros’. Por lo tanto, podemos suponer que esto es también a lo que se refiere el nombre ‘Jesús’. Cuando estudiamos el origen de este nombre vemos que es una versión nueva del nombre Josías (como el que marca la deportación a Babilonia) y que viene de Yehoshua que significa ‘Yahveh es la salvación’. ¿No es esto lo mismo que ‘Dios con nosotros’?

miércoles, 17 de octubre de 2012

4 - Una profecía sobre una virgen que dará a luz a un hijo


Aceptar que San Mateo insinúa que Jesús nació de una relación incestuosa entre María y su suegro –el incesto se refiere a la relación sexual entre personas a los cuales no se les está permitido casarse– no es fácil.  Aquellos cristianos que no se pueden imaginar el cristianismo sin el dogma de la concepción virginal de Jesús pueden suponer que este evangelista fue un herético que consiguió que su evangelio fuese aceptado como uno de los cuatro oficiales. Podrían entonces sugerir el deshacerse del Evangelio de San Mateo. Pero el problema es que, sin este evangelio, tampoco hay razones para suponer que Jesús nació de una virgen ya que ninguno de los otros evangelistas menciona nada al respecto.

El Evangelio de San Mateo dice, justamente después de ofrecer la genealogía de Jesús:

“La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: “Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros.” Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dió a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.” (Mt1:18-24)
                                                                   
Como los demás libros no se refieren a la concepción virginal de Jesús, está claro que fue este texto,  hace muchos siglos, el que hizo pensar a las autoridades religiosas que Jesús nació de una virgen: no solo dice de María que se encontró encinta por obra del Espíritu Santo, sino también que se refiere a una profecía sobre una virgen. Una manera para demostrar que Jesús era el Mesías era aportar pruebas de que en él se habían cumplido varias profecías del Antiguo Testamento. San Mateo se refiere aquí a un texto del libro de Isaías:

“He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno” (Is7:14-15).
                                                             
Isaías no se refiere a una virgen, si no a una doncella. Sin embargo, debemos enseguida señalar que en muchas biblias sí encontramos que Isaías se refiere a una virgen. Pero esto se debe a una falsificación. Cuando las autoridades religiosas encontraron que este profeta no se refería a una doncella se llevaron una gran decepción. Como se habían convencido de que Jesús nació de una virgen y que este milagro demostraba que era el Mesías, enseguida supusieron que debía tratarse del error de un copista o de una falsificación hecha por unos judíos que no querían aceptar a Jesucristo como el Mesías. Por esta razón, cuando luego hicieron copias nuevas del libro de Isaías, cambiaron ‘doncella’ por ‘virgen’ para hacer coincidir el libro de Isaías con el Evangelio de San Mateo.
¿Cómo podemos estar seguros de que originalmente Isaías decía ‘doncella’ y no ‘virgen’ si no tenemos los textos originales? Cuando hay diferentes versiones la que mejor explica las demás suele representar la idea original. Además, en la Biblia judía encontramos ‘doncella’ y no ‘virgen’.
El cristianismo asocia la idea del nacimiento virginal de Jesús con la de ser libre de todo pecado, y, por tanto, con una vida que desde el principio fue ejemplar. Pero esto no cuadra en absoluto con lo que dice Isaías después sobre Emmanuel: “Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno.” Y tampoco encaja con lo que nos enseña la parábola de la mujer adúltera. El hecho de que diga: “Aquél de vosotros que esté sin pecado que tire la primera piedra” y que Jesús no la tire, demuestra que igualmente se consideraba un pecador (Jn8:1-8). Como el hecho de que fuese bautizado por Juan el Bautista, ya que éste bautizaba tras una confesión. (Mc1:4-9).

miércoles, 10 de octubre de 2012

3 - Jesús no nació de una virgen

El Evangelio de San Mateo, el primer libro del Nuevo Testamento, empieza con un enigma. Después de ofrecer una genealogía de Jesús, que se base siempre en el principio ‘padre engendró hijo’, pero que termina con: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo”, dice: “Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

San Mateo nos empuja a contar esas generaciones. La manera tradicional de dividir esas generaciones es la siguiente:                       

1          Abraham       David             Jeconías         *                                
2          Isaac              Salomón         Salatiel
3          Jacob             Roboam          Zorobabel
4          Judá               Abiá                Abiud
5          Fares             Asaf                 Eliakim
6          Esrom            Josafat            Azor
7          Aram              Joram              Sadoq
8          Amindab         Ozías              Aquim
9          Naassón         Joatam            Eliud
10       Salomón          Acaz                Eleazar
11        Booz               Ezequías         Mattán
12        Obed               Manasés         Jacob
13        Jesé                 Amón              José
14        David               Josías*           Jesús

Llama la atención al separar las generaciones de esta forma, que mientras en la segunda columna calculamos otra vez la generación de David, no hacemos lo mismo en la tercera columna con la generación de Josías. Si para calcular las generaciones entre Abraham y David hemos tenido que incluir tanto la primera como la última, ¿no deberíamos hacer lo mismo al contar las generaciones entre David y la deportación a Babilonia, y entre la deportación a Babilonia y Jesucristo? Seguir esta lógica nos da otra división de esas genealogías:

1          Abraham       David             Josías                        
2          Isaac              Salomón         Jeconías
3          Jacob             Roboam          Salatiel
4          Judá               Abiá                 Zorobabel
5          Fares              Asaf                 Abiud
6          Esrom             Josafat            Eliakim
7          Aram               Joram             Azor
8          Amindab         Ozías              Sadoq
9          Naassón         Joatam            Aquim
10        Salmón           Acaz                Eliud
11        Booz               Ezequías         Eleazar
12        Obed               Manasés         Mattán
13        Jesé                 Amón              Jacob
14        David               Josías            José y Jesús

Vemos ahora que, según esta nueva división, ya hay 14 generaciones entre la deportación a Babilonia y José, el esposo de María. Hay asimismo 14 generaciones entre la deportación a Babilonia y Jesús. Esto significa que José y Jesús pertenecen a la misma generación. ¿Cómo fue posible? Lo sería en el caso de que Jacob, el padre de José, tuviera primero a José de su mujer, y luego, cuando José se hizo adulto, a Jesús de la mujer de José. Eso explicaría por qué esta genealogía se basa en el principio ‘padre engendró a hijo’, pero al final dice: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.”

Como esta hipótesis contradice el dogma de la concepción virginal de Jesús debemos investigar enseguida si lo que hemos descubierto es realmente lo que el Evangelio de San Mateo quiere transmitirnos o si es, al contrario, solo una interpretación equivocada.


Aspectos en contra de esta nueva hipótesis:

1) Contradice el dogma más importante del cristianismo.
2) No está claro cómo debemos dividir esas generaciones

Aspectos a favor de esta nueva hipótesis:

1) Desde esta interpretación Jesús es un descendiente de David y de Abraham.
2) Pone de manifiesto el porqué del enigma en las genealogías de San Mateo.
3) San Mateo menciona a cuatro mujeres y todas son adúlteras.
4) Explica por qué San Mateo y San Lucas ofrecen distintas genealogías para Jesús.
5) Según San Lucas dos antepasados de Jesús tuvieron relaciones con su nuera.
6) Después de lo descubierto en el Génesis, este secreto no sorprende en absoluto.


El dogma más importante del cristianismo

El primer argumento para descartar esta nueva hipótesis es que un Jesucristo nacido de una relación entre María y su suegro contradice el dogma más importante del cristianismo. Los cristianos se han acostumbrado durante tantos siglos a la idea de que Jesús nació de una virgen que la sugerencia de que no fuera así, sino que fuera del fruto de una relación entre María y su suegro, les parece fantasiosa y herética. Pero mientras que nacer de una virgen es científicamente imposible, nacer de una relación entre suegro y nuera sí es posible. Y mientras que no hay casos comprobados históricamente de una virgen que diera luz a una criatura, sí los hay de mujeres que dieron a luz a un hijo nacido de una relación con su suegro.

No debemos descartar el nacimiento de un niño de una mujer virgen por el simple hecho de que no haya habido casos que comprueben que esto haya ocurrido en el pasado. Pero es obviamente más realista suponer que San Mateo intenta informarnos de que María tuvo a Jesús de su suegro en vez de creer que lo que sugiere es que lo tuvo siendo virgen.

Los cristianos suelen ignoran que sólo dos evangelistas –San Mateo y San Lucas– se refieren a un nacimiento misterioso. Si Jesús nació realmente de una virgen, ¿por qué no mencionan san Marcos y san Juan tal milagro? ¿Y por qué tampoco lo hace San Pablo cuyos escritos casi forman la mitad del Nuevo Testamento? ¿No contradice San Pablo la idea de que Jesús nació de una virgen al afirmar: “nacido del linaje de David según la carne” (Rm1:3)?

Los dos evangelistas que sí se refieren a un nacimiento misterioso son también los que ofrecen genealogías de Jesús. Éstas son sumamente enigmáticas. Por un lado, porque hasta ahora nadie ha explicado de una forma satisfactoria por qué San Mateo termina su genealogía diciendo: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo” para luego añadir: “Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.” Y, por otro, porque tampoco nadie ha explicado de una forma satisfactoria por qué las genealogías de Jesucristo en San Mateo y San Lucas no coinciden.

Los que defienden el nacimiento virginal de Jesús pueden objetar que, en el caso de que Jesucristo naciera de una relación entre María y su suegro, es inexplicable que San Mateo no lo dijera abiertamente. Pero tampoco menciona abiertamente que Jesús naciese de una virgen. Sólo se refiere a una profecía sobre una virgen que, según él, se ha cumplido en Jesús.

San Mateo se refiere a un versículo en Isaías, uno de los libros del Antiguo Testamento, y resulta que el texto original en hebreo no menciona ninguna virgen, sino una mujer joven (Is 7:14). Además, mientras que en el caso de que Jesús hubiese nacido de una virgen no habría razones para no decirlo, en el supuesto de que se hubiese producido de una relación entre María y su suegro, sí que habría buenas razones para ocultarlo. Una de ellas es que en aquellos tiempos se lapidaba a muerte a los que tuvieran relaciones extramaritales y otra es que San Mateo hacía proselitismo para la nueva religión de Jesús, y ni los judíos ni los paganos hubieran hecho mucho caso a un líder religioso que fuera un bastardo.


Cómo dividir esas generaciones

La segunda razón en contra de esta nueva hipótesis es que no está nada claro la forma en la que debemos contar esas catorce generaciones que, según San Mateo, hay entre Abraham y David, entre David y la deportación a Babilonia, y entre la deportación a Babilonia y Jesucristo. Esto es cierto, pero podemos intentar aclararlo.

Además de animarnos a contar esas generaciones, San Mateo parece insinuar que cada catorce generaciones este linaje especial, siempre de padre a hijo, produce a alguien muy importante. Al empezar su genealogía de Jesucristo a partir de Abraham, nos anima también a averiguar quién está separado catorce generaciones con Abraham regresando en el tiempo.

Como la genealogía de Jesús en San Mateo está basada en el principio ‘padre engendró a hijo’, podemos completar su lista con la información que encontramos en el Génesis, ya que allí aparecen genealogías que se basan en la misma idea: unas que van desde Adán hasta Noé (Gn5:3-32) y otras desde Noé hasta Abraham (Gn11:10-26).

1          Henoc             Abraham       David             Josías                        
2          Matusalén       Isaac               Salomón         Jeconías
3          Lámek             Jacob              Roboam          Salatiel
4          Noé                  Judá                Abiá                Zorobabel
5          Sem                 Fares              Asaf                Abiud
6          Arpaksad         Esrom             Josafat            Eliakim
7          Sélaj                 Aram              Joram              Azor
8          Héber              Amindab         Ozías               Sadoq
9          Péleg               Naassón        Joatam              Aquim
10        Reú                  Salmón          Acaz                  Eliud
11        Serug               Booz              Ezequías           Eleazar
12        Najor                Obed              Manasés           Mattán
13        Téraj                 Jesé               Amón               Jacob
14        Abraham          David             Josías             José y Jesús
Regresando en el tiempo, la persona que está separada catorce generaciones con Abraham es Henoc, que también es un personaje significativo. El Génesis dice: “Henoc anduvo con Dios; vivió, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. El total de los días de Henoc fue de trescientos sesenta y cinco años. Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó”.

Henoc, Abraham, David, Josías y Jesucristo son todos personajes relevantes: Henoc anduvo con Dios y Dios se lo llevó cuando tenía trescientos sesenta y cinco años; Dios ofreció a Abraham una alianza; David fundó un reino fuerte y Dios dijo que el Mesías sería un descendiente suyo; Josías impuso una reforma importante y Jesucristo hizo algo similar.

Si para contar las catorce generaciones entre Henoc y Abraham hemos incluido tanto la primera como la última, al igual que lo hemos hecho para calcular las generaciones entre Abraham y David, parece obvio que tenemos que hacer lo mismo para contar las generaciones entre David y la deportación a Babilonia para averiguar a qué generación se refiere esa época.

Aunque en el Antiguo Testamento leemos que la deportación a Babilonia no ocurrió durante la vida de Josías, San Mateo dice: “Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando la deportación a Babilonia.” Asocia así claramente a Josías con la deportación a Babilonia. Debemos tomar en cuenta de que San Mateo se refiere a una deportación a Babilonia y no necesariamente a la gran deportación que ocurrió más tarde.


Jesús: un descendiente de David

San Mateo remonta su genealogía de Jesús hasta David para demostrar que él era el Mesías. Esto era necesario porque los judíos esperaban del Mesías que fuera un descendiente del rey David (2SM7:9-17). Pero si este linaje termina con José, y el hijo de su mujer nació de un ángel, Jesús no tiene nada que ver con estos personajes ilustres. Remontar el linaje masculino de Jesús hasta el rey David sólo tiene sentido mientras Jesús forme parte de él, y esto ocurre en el caso de que Jesús fuera un hijo de Jacob.

Algunos estudiosos suponen que originalmente el Evangelio de San Mateo dijo: “Jacob engendró a José, José engendró a Jesús” y que luego lo cambiaron en: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús” cuando el cristianismo adoptó la idea de la concepción virginal de Jesús. Pero la importancia que San Mateo da a las 14 generaciones desde la deportación a Babilonia hasta Jesucristo, demuestra que no ocurrió así porque, de ser así, tendríamos 15 generaciones.

Se supone que la razón principal para incluir la genealogía de Jesús en su Evangelio, era poner de manifiesto que Jesús era un descendiente del rey David. Pero si ésta era la única razón para incluir esta genealogía, ¿por qué empieza con Abraham? Parece obvio que lo hace para crear su enigma. En el caso de empezar por David, para después señalar que hay 14 generaciones desde David hasta la deportación a Babilonia y 14 generaciones desde la deportación a Babilonia hasta Jesucristo, no deberíamos preguntarnos cómo dividir esas genealogías ya que no habría razones para cuestionar la división tradicional: David-Josías y Jeconías-Jesús.


El por qué del enigma en las genealogías de San Mateo

San Mateo tiene que haber tenido una razón para remarcar al final de su genealogía: “Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David: 14; desde David hasta la deportación a Babilonia: 14; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo: 14.” ¿Qué aporta esta información? Es obvio que nos anima a contar esas generaciones y así a averiguar qué generación marca la deportación a Babilonia y también a buscar qué antepasado esta separado de Abraham catorce generaciones regresando en el tiempo. Mientras que en el supuesto de que la división de las autoridades religiosas sea la correcta esta información resultaría totalmente superflua, porque entonces nos anima a contar estas generaciones para nada, sí tiene sentido en el caso de haber sido concebido de una relación extramarital entre María y su suegro, porque entonces encierra un enigma.


Cuatro mujeres, y todas adúlteras

En su genealogía de Jesucristo San Mateo menciona a cuatro mujeres: Tamar, Rajab, Rut y la mujer que había sido esposa de Urías. Resulta que todas tuvieron relaciones extramaritales: Rajab era una prostituta (Jos2:1); Rut se acostó con Booz en secreto (Rt3:4) y Betsabé se acostó con David estando casada con Urías (2S11:2-5). Pero la mujer que más nos interesa aquí es Tamar porque tuvo de su suegro Judá a Fares y a Zara (Gn38). Mientras que la mención a estas mujeres no cuadra con el dogma de un Jesús nacido de una virgen, sí encaja con nuestra hipótesis de una relación extramarital entre María y su suegro.

Dos genealogías distintas para Jesucristo

La hipótesis de que Jesús nació de una relación extramarital explica por qué San Mateo y San Lucas ofrecen dos genealogías distintas para Jesucristo. Se diferencian por la simple razón que las relaciones extramaritales hacen que unos linajes son verdaderos y otros supuestos. El marido de la madre de una criatura no es siempre el padre. Mientras que San Mateo ofrece la verdadera, por basarse en el principio ‘padre engendró a hijo’, la de San Lucas ofrece la supuesta porque empieza con: “era según se creía hijo de”.

Cuando San Lucas señala que Jesús era, según se creía, hijo de José, hijo de Helí, hijo de Mattat, etc. no sólo nos informa que la gente creía que Jesús era el hijo de José sino también que creía que José era el hijo de Helí y éste el hijo de Mattat, etc. Esto explica por qué San Mateo y San Lucas ofrecen dos padres distintos para José. El hecho de que, según San Mateo, Jacob engendró a José y, según San Lucas, se creía que José era hijo de Helí, nos informa que mientras Jacob era el padre biológico de José; Helí era el marido de la mujer que dió a luz a José.

Comparando ambas listas (véase el recuadro) vemos cómo, en varias ocasiones, la genealogía real en San Mateo y la supuesta en San Lucas se separan para luego volver a coincidir. ¿Cómo se explica? Pues porque un eslabón incorrecto en un árbol genealógico (cuando el marido de una mujer no es el padre biológico de su hijo) hace que a partir de entonces se siga el linaje equivocado. Regresando este linaje equivocado varias generaciones en el tiempo puede, sin embargo, volver a coincidir con el linaje real, ya que un hombre puede tener diferentes hijos. Aunque San Lucas ofrece después de José el linaje de Helí, el marido de su madre, en vez del linaje de Jacob, su padre biológico, este linaje equivocado vuelve a unirse con el linaje correcto de José gracias a que Natán (antepasado de Helí) y Salomón (antepasado de Jacob) eran ambos hijos de David.


Según San Lucas dos antepasados de Jesús tuvieron relaciones con su nuera.

Cuando comparamos la genealogía en San Lucas con las genealogías en el Génesis y en San Mateo descubrimos otros dos antepasados de Jesús que tuvieron una relación con su nuera, lo que significa que el caso de Jacob y María no debe sorprendernos tanto. Solo significa que es cierto que la historia se repite.

San Lucas ofrece una generación adicional entre Noé y Abraham. Mientras que San Mateo dice: “Arpaksad engendró a Sélaj…”; San Lucas explica: “hijo de Sala, hijo de Cainam, hijo de Arfaxad”. Como podemos suponer que San Lucas estaba familiarizado con las genealogías que aparecen en el Génesis, debemos preguntarnos qué quiere comunicar al incorporar una generación adicional entre Noé y Abraham.

Al empezar su genealogía con: “Tenía Jesús, al comenzar, unos treinta años, y era, según se creía, hijo de José, hijo de Helí…”, San Lucas no sólo dice que se suponía que Jesús era hijo de José, sino también que José era hijo de Heli, etc. Mientras que el Génesis afirma que Arpaxad engendró a Sélaj, San Lucas dice que la gente creía que Sala era hijo de Cainam, y que creía que Cainam era hijo de Arfaxad. ¿Y a qué se puede deber esto, si no es al hecho de que Arpaksad (San Mateo y San Lucas escriben a menudo los mismos nombres de una forma diferente) tuvo primero a su hijo

Cainam, y luego, cuando este se hizo adulto, a Sélaj (o Sala) de su nuera, o sea, de la mujer de Cainam?

San Lucas no solo da una generación adicional entre Henoc y Abraham, sino también entre Abraham y David. Mientras que, según San Mateo, Esrom engendró a Aram, y Aram engendró a Admíndab, según San Lucas se creía que Aminadab era hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de Esrom. Parece obvio que Arní y Aram son dos versiones del mismo nombre, y que esto nos indica que, al igual que Arpaksad engendró a Sélaj de la mujer de su hijo, Aram engendró a Aminadab de la mujer de Admín. Vemos así que también San Lucas parece haber sabido quién era el verdadero padre de Jesús.

Las genealogías en los evangelios se parecen a las del Génesis

Los diferentes casos de relaciones extramaritales, de endogamia y de incesto que hemos descubierto al estudiar las genealogías en el Génesis hacen que no debe sorprendernos que San Mateo nos indique que Jesús nació de una relación entre María y su suegro. Las genealogías en el Génesis para Set y Caín tienen mucho en común con las genealogías para Jesús en los evangelios de San Mateo y San Lucas: la de Set y la que ofrece San Mateo para Jesús son verdaderas, por basarse siempre en el principio ‘padre engendró a hijo’, y la de Caín y la que ofrece San Lucas para Jesús supuestas, por no hacerlo, al empezar el primero con: “Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dió a luz a Henoc..” y el segundo con: “…y era, según e creía, hijo de José, hijo de Helí…”.

Conclusión

Después de analizar los argumentos en contra y a favor de esta nueva hipótesis sobre el verdadero padre de Jesús ya no hay duda de que efectivamente el Evangelio de San Mateo indica que María tuvo a Jesús de su suegro. Sin embargo, lo que dice este evangelio no tiene necesariamente por qué ser la verdad. Si bien es un libro sagrado, es al mismo tiempo un libro como todos los demás y, por tanto, lo que dice puede o no ser cierto. Lo que sí debe quedar claro es que no hay ningún motivo para suponer que lo que hemos encontrado no es lo que su autor intenta transmitirnos.

miércoles, 3 de octubre de 2012

2 - Jesús no nació un 25 de diciembre

La mayoría de los académicos que estudian la Biblia admiten que Jesús no nació un 25 de diciembre.

En los dos primeros siglos del cristianismo no se celebraba la Navidad. Los cristianos solo empezaron a interesarse por el día en que Jesús nació cuando decidieron organizar el año basándose en la vida de Jesús. Los manuscritos antiguos señalan que al final del siglo segundo hubo testimonios de disputas sobre diferentes fechas para el nacimiento de Jesús –el 6 o 10 de enero, el 19 o 20 de Abril, el 20 de Mayo y el 18 de Noviembre– y que poco después el teólogo Origen de Alexandría dijo que solo los pecadores celebraban los fechas de nacimiento de sus reyes, y que los cristianos celebraron las fechas de muerte de sus mártires, ya que eran los días que entraron en el cielo. Esto indica que los primeros cristianos no celebraban la fecha de nacimiento de Jesús y que tampoco sabían exactamente cuando había nacido.

Se supone que la fecha del 25 de diciembre fue impuesta por el emperador romano Constantino, que estaba interesado en conseguir una sola religión para todos sus súbditos. En aquella época existía otra religión monoteísta, el mitraísmo, también llamada Sol Invictus, que daba mucha importancia al ciclo del sol y celebraba el solsticio de invierno: el día más corto del año cuando el sol parece renacer. Por razones pragmáticas, las autoridades cristianas aceptaron celebrar en esta fecha –un 25 de Diciembre según el calendario Juliano de entonces– el nacimiento de Jesucristo.

El cristianismo adoptó aún otras características de esta otra religión monoteísta. Sol Invictus logró además que los cristianos dejasen de celebrar su día de descanso semanal el sábado, como tradicionalmente lo habían hecho, para celebrarlo el domingo, el día que, en varios idiomas, está dedicado al sol. La palabra inglesa Sunday, por ejemplo, significa día del sol.

Las autoridades cristianos luego explicaron estas decisiones de otra manera. Sobre el nacimiento de Jesús dijeron que antes del año 221 Sextus Julios Africanus dió la fecha del 25 de marzo tanto para la anunciación como para la pasión de Jesús, lo que con una gestación de 9 meses apunta a un 25 de diciembre como su fecha de nacimiento. Y sobre la celebración de la misa semanal señalaron que Jesús resucitó un domingo.

¿Cuándo nació Jesús realmente? Para averiguarlo algunos estudian los evangelios. Al analizar toda esa información –el hecho que los pastores que adoraron a Jesús habían dormido al raso señala que no era invierno / el invierno tampoco es la mejor época para organizar un censo– ofrecen luego una fecha determinada. Sin embargo, toda esa información no es necesariamente correcta. Como muchas de los detalles relacionados con el nacimiento de Jesús vienen de religiones anteriores al cristianismo, los autores de estos evangelios pueden haberlas añadido con el próposito de convencer a los paganos que Jesús era el ‘salvador de la tierra’ que ellos esperaron.

¿No sabemos entonces el día en que nació Jesús? Hay una buena razón para suponer que nació el primero de enero. ¿Por qué? Porque cuando reflexionamos sobre el calendario cristiano vemos que lo lógico es empezarlo tanto el año como el día en que nació.

De una sociedad que da tanta importancia al solsticio de invierno uno puede esperar que empiece el año ese día, porque de esa forma consiguen un calendario en el que los tres primeros meses se refieren al invierno, los tres siguientes a la primavera, los siguientes tres al verano y los tres últimos al otoño. El hecho de que celebramos el solsticio de invierno (la navidad), pero no empezamos el año ese día, parece indicar que, aunque las autoridades cristianas aceptaron celebrar el nacimiento de Jesús ese día, no querían perder de vista la fecha en que nació realmente: el día que empieza el año.           

Cuando ahora consultamos el santoral cristiano vemos que el primero de enero, el primer día del año, se festeja el nombre de Jesús, también Emmanuel o Manuel, lo que indica que efectivamente la iglesia asocia ese día con el nacimiento de Jesús.