Para
entender cómo el enigma en el Evangelio de San Mateo logró guardar sus secretos
durante tanto tiempo, debemos fijarnos tanto en las características de la persona
que lo ideó, cómo en las de aquellas personas que leyeron o estudiaron las
Escrituras Sagradas. De las razones distintas que enumeramos a continuación, las
primeras tienen que ver con la persona que creó el enigma y las últimas con los
que se enfrentaron a él.
-La
persona que ideó el enigma era un iluminado.
-El
enigma fue protegido por algunas personas dentro la iglesia.
-El enigma también fue protegido por algunas personas fuera
de la iglesia.
-El
enigma fue programada para revelarse sólo en un determinado momento.
-Una falta de humildad hace difícil evaluar las
Sagradas Escrituras correctamente.
-Un sentimiento de inferioridad o superioridad
condiciona la lectura.
-No nos hemos preguntado lo que su autor intenta
transmitirnos.
-No reflexionar lo suficiente sobre el objetivo de
esta obra.
-Dejarse guiar por lo que se supone que nos deben
decir.
-No procesar toda la información de una manera óptima.
-Dejarnos influir por los prejuicios sobre este libro.
-Nuestros juicios morales condicionan la lectura.
-No reflexionar sobre la naturaleza de las cosas.
-Dar más importancia a la meta que al proceso.
-Aceptar fácilmente sistemas incoherentes.
-La Biblia misma crea falsas expectativas.
-Tener una visión lineal sobre la historia.
-Suponer que debe decir la verdad.
-Un mal uso de la crítica textual.
-Ignorar lo que no entendemos.
-Saber demasiado.
Si el enigma en el Evangelio de San Mateo ha guardado
sus secretos durante tanto tiempo ha sido en primer lugar porque la persona que
lo ideó era un iluminado y, como tal, sabía que los demás evaluaban cierta información
de una manera defectuosa. Jesús se daba cuenta de que no procesamos toda la
información de una manera óptima y que muchos factores condicionan nuestra
lectura de las Escrituras Sagradas. Tomando en cuenta nuestros defectos, no le
era tan difícil crear un enigma que primero hizo a las autoridades llegar a la
conclusión que él había nacido de una virgen, para siglos más tarde revelar que
en realidad había nacido de una relación extramarital entre María y su suegro.
Cuanto más estudiamos ese enigma, y cómo logró guardar
sus secretos durante tantos siglos, cuanto más nos damos cuenta de que Jesús
era un iluminado y de que nosotros no somos tan racionales como solemos pensar
de nosotros mismos.
Hay pocas opciones
para contar esas 14 generaciones
Al ofrecer esa información al final de su genealogía
para Jesús sobre el hecho de que haya 14 generaciones entre Abraham y David,
entre David y la deportación a Babilonia, y entre la deportación a Babilonia y
Jesús, San Mateo nos invita a contarlas. Matemáticamente no hay muchas opciones
para dividir esos nombres en grupos de 14. Como las únicas variables se
refieren a incluir en cada nueva columna la última generación de la columna
anterior –Abraham/David, David/Josías y Josías/José y Jesús–, o no hacerlo –Abraham/David,
Salomón/Jeconías y Salatiel/hijo de Jesús–, es increíble que tantos estudiosos
hayan aceptando una división que ni sigue la lógica de una ni de otra:
Abraham/David, David/Josías y Jeconías/Jesús.
Es, en primer lugar, por aceptar con tanta facilidad
sistemas incoherentes, que nadie más se ha dado cuenta de que San Mateo indica
que Jesús nació de una relación entre María y su suegro. Es, por ejemplo,
también por esa facilidad de aceptar sistemas incoherentes, que a la mayoría de
la gente no les sorprende que los coches conducen a la derecha y los trenes a
la izquierda, que unos libros llevan el título en el dorso de arriba abajo y
otros al revés, y que el vocabulario de nuestros idiomas tienen muchas
excepciones a las reglas generales.
Otra razón por aceptar esa división tradicional, pero
incoherente, es que solemos dar más importancia a la meta que al proceso.
Sabemos que al contar todas esas generaciones tenemos que llegar de alguna
manera a Jesús y no nos importa demasiado cómo lo hacemos. Por esta razón no
nos damos cuenta de que al animarnos a contar esas generaciones, San Mateo
quiere que reflexionemos sobre la mejor forma para hacerlo.
Diferentes factores
que condicionan nuestra lectura
Una razón importante por la que los que estudiaron la
Biblia no se dieron cuenta de lo que el enigma en el Evangelio de San Mateo
intenta decirnos, es que, en general, no reflexionaron lo suficiente sobre la
naturaleza de los relaciones en sí, y, por tanto, ignoraron que las relaciones
extramaritales hacen que unos linajes son verdaderos y otros supuestos. Esto
hizo que no descubrieron los secretos en el Génesis y que luego tampoco se
dieron cuenta de que las genealogías para Jesús en los evangelios de San Mateo
y San Lucas se parecen a las de Set y Caín.
Otra razón es que esa gente que sí se daba cuenta de lo
que conllevan las relaciones extramaritales, tenía tantos prejuicios sobre la
Biblia y lo que se supone que esta obra intenta transmitir –que Jesús nació de
una virgen, por ejemplo–, que ignoraron por completo que ésta hace una
distinción entre linajes verdaderos y otros supuestos.
Aún otra razón es que no reflexionaron lo suficiente
sobre el objetivo de esta obra. Los judíos esperaban que el Mesías fuera un
descendiente de David. Si San Mateo remonta su genealogía hasta David, e
incluso hasta Abraham, lo hace para demostrar que Jesús era el Mesías. Por esta
razón debería ser obvio que según San Mateo, de alguna manera, Jesús debía ser
un descendiente de David.
La suposición de que San Mateo se refiere a la
concepción virginal de Jesús –al referirse a esa profecía en Isaías y al
traducir ‘doncella’ por ‘virgen’ este evangelista crea una falsa expectativa–
hizo que muchos no investigaron cómo Jesús podía ser un descendiente de David
sin ser necesariamente el hijo de José, el marido de María.
Muchos estudiosos se dejaron también engañar porque
suponían que en el pasado esta genealogía había dicho que José engendró a Jesús
y que esto fué cambiado cuando el cristianismo adoptó el dogma de la concepción
virginal de Jesús. Suponer que San Mateo se refiere a la concepción virginal de
Jesús hace muy difícil ver que en realidad indica que Jesús nació de una
relación extramarital entre María y su suegro. Esta suposición hace que
entonces incluso ignoramos que las cuatro mujeres en esta genealogía para Jesús
tuvieron todas relaciones extramaritales.
Saber mucho, no
procesar bien toda información y la crítica textual
Otra razón por la que se ha ignorado durante tanto
tiempo lo que el enigma en el Evangelio de San Mateo nos indica es que los que
estudiaron la Biblia tenían mucha información a su alcance y que al no procesarlo
bien, ésta solo crea más confusión.
En vez de investigar primero lo que San Mateo nos
intenta decir, haciendo una lista con los nombres en el Evangelio de San Mateo
y luego contarles, investigaron enseguida el origen de estos nombres y quién
reinó cuando ocurrió la deportación a Babilonia. Aparentemente fue Jeconías,
pero San Mateo dice:”Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la
deportación a Babilonia.” Para los que estudian la Biblia no solo es difícil
dar crédito a San Mateo porque asocia a Josías con la deportación a Babilonia,
sino también porque estos nombres parecen haber sido elegidos al azar. A partir
de David, esta lista ofrece los nombres de los reyes de Judea, pero omite
algunos nombres. Éste es, por ejemplo, el caso de tres reyes consecutivos.
Aunque existe una razón para omitir estos reyes –no siguieron a Yahveh–, es
difícil suponer que el rey anterior a éstos era realmente el padre del que los
sigue.
Esta información sobre los reyes de Judea y sobre
quién reinó durante la deportación a Babilonia nos puede hacer dudar de que
Jesús fuera realmente un descendiente de Abraham y de David, pero no cambia
nada sobre el hecho de que San Mateo indica que Jesús nació de una relación
extramarital.
Nuestros sentimientos
condicionan la lectura
Debemos también señalar que nuestros sentimientos
condicionan la lectura de la Biblia. No conviene leer las Escrituras Sagradas desde
un sentimiento de inferioridad, porque entonces solemos aceptar ciertas ideas
sin cuestionarlas. Y tampoco conviene hacerlo desde un sentimiento de
superioridad, porque entonces solemos rechazar ciertas ideas cuando pensamos
que contradicen la ciencia. La mejor forma de acercarnos a las Escrituras
Sagradas es desde la humildad; desde la idea que quizás fueron escritos por
unos iluminados que entendieron ideas que sus contemporáneos no podían
entender.
La crítica textual y
la confusión creada por las contradicciones
Los que estudiaron la Biblia hicieron también un mal
uso de la crítica textual. Es cierto que no tenemos los textos originales y,
por tanto, que no podemos estar seguros de lo que dice el Evangelio de San
Mateo es lo que dijo originalmente. Pero esto no cambia nada sobre el hecho de
que hoy indica que Jesús nació de una relación extramarital y de que esto no
debe sorprendernos tomando en cuenta los secretos que hemos descubierto en el
Génesis.
Las supuestas contradicciones en las genealogías que
encontramos en la Biblia han hecho también que muchos estudiosos no las tomaron
en serio. Por no procesar bien esa información, no se daban cuenta de que San
Mateo y San Lucas no se contradicen. Y por pensar que estas genealogías no
tenían sentido preferían suponer que no tenían importancia.
Jesús y su obra
Todas esas contradicciones en el Nuevo Testamento
fueron ideadas por Jesús. No solo ayudaron primero a crear su enigma y luego a
protegerlo, sino que también nos animaron a reflexionar sobre ciertas
cuestiones. Para entender, por ejemplo, cómo sus discípulos crearon una nueva
religión, cuando él dijo en cierto momento que no había venido para cambiar la
ley y en otro momento dijo a sus discípulos que no debían dirigirse a los
gentiles, primero debemos reflexionar sobre el cometido de un Mesías. Solo
entonces, nos daremos cuenta de que el cristianismo fue ideado como un caballo
de Troya.